12 Mar ¿Por qué grandes marcas que tienen dificultades económicas o despiden a miles de trabajadores destinan grandes presupuestos a publicidad y patrocinios?
En el entorno empresarial de las grandes empresas y marcas, es común encontrarse con una paradoja que genera interrogantes: ciertas empresas y
marcas, a pesar de enfrentar dificultades económicas y llevar a cabo despidos masivos de trabajadores, asignan significativos recursos financieros a
campañas publicitarias y patrocinios. Esta aparente contradicción suele despertar un interés profundo, instigando una reflexión detallada sobre las
complejidades que subyacen en tales decisiones estratégicas.
Hemos de comenzar entendiendo y poniendo de manifiesto, que la publicidad y los patrocinios no deben interpretarse como gastos frívolos, sino como
inversiones estratégicas. Estas inversiones buscan posicionar y mantener la relevancia de la marca en un mercado altamente competitivo. Aunque pueda
parecer contraproducente en tiempos de dificultades económicas, estas acciones están intrínsecamente ligadas a la supervivencia a largo plazo de las
empresas. Mantener una presencia constante en la mente del consumidor es esencial para asegurar la preferencia de marca, incluso en circunstancias
adversas.
Las campañas publicitarias y los patrocinios desempeñan un papel crucial al generar conciencia de marca y contribuir a la expansión de la cuota
de mercado.
En épocas de recesión económica, donde las empresas enfrentan una disminución en sus ingresos, redoblar los esfuerzos publicitarios se presenta como
una estrategia proactiva para contrarrestar pérdidas y mantener una posición sólida frente a la competencia. En este sentido, podemos encontrar
notables ejemplos palpables de la aparente contradicción entre dificultades económicas y significativas inversiones en publicidad y patrocinios
abundan. Ejemplificando este fenómeno, Spotify, a pesar de despedir a 300 empleados en 2022 y 150 en 2023, persiste en su compromiso
publicitario entre los que destacan el patrocinio de la camiseta del F.C Barcelona y el ‘naming right’ del Camp Nou. Otras empresas como Intel, al
anunciar planes para despedir a miles de empleados en 2023, simultáneamente incrementa su gasto en publicidad para respaldar el lanzamiento de su nueva
generación de procesadores. Coca-Cola, afrontando la eliminación de 2.200 puestos de trabajo en 2021, prosiguió con sus inversiones en
publicidad y estrategias de marketing para marcas y productos más icónicos, siendo además una de las marcas que mayor dinero destinan a publicidad en
todo el mundo. De forma similar, Nestlé, tras despedir a 4.000 empleados en 2022, mantuvo su inversión en publicidad y marketing,
promocionando sus marcas más destacadas. La paradoja también se refleja en gigantes deportivos como Nike, que, a pesar de despedir a
700 empleados en 2023, continúo con sus inversiones en publicidad y patrocinios para respaldar a atletas y equipos deportivos. Incluso en la industria
del entretenimiento, Disney, a pesar de despedir a 32.000 empleados en 2020, continuó en sus esfuerzos publicitarios y de marketing
para sus parques temáticos, películas y plataformas de streaming.
Estos casos evidencian la compleja ecuación que las empresas deben resolver en la búsqueda de equilibrio entre las dificultades económicas y la
necesidad estratégica de mantener una presencia destacada en el mercado.
En estos ejemplos, la inversión en publicidad se presenta como una medida estratégica para contrarrestar las pérdidas y preservar la posición de estas
marcas en la mente del consumidor, a pesar de los desafíos internos que enfrentan. No obstante, es fundamental reconocer que los despidos
masivos y las dificultades económicas pueden ser indicadores de una gestión deficiente o problemas estructurales internos. En muchos casos,
las decisiones relacionadas con recortes de personal y dificultades financieras son resultado de factores internos que no guardan una conexión directa
con las inversiones en publicidad. Por ello, abordar integralmente la gestión empresarial y examinar las prácticas internas se convierte en una
necesidad ineludible.
Más que nunca, en una escenario más global y digitalizado, la visibilidad de una marca adquiere una importancia sin precedentes, y las redes sociales
desempeñan un papel destacado en la construcción y consolidación de la imagen de una empresa. La inversión en marketing digital se percibe como una
necesidad estratégica para adaptarse a las dinámicas y nuevos hábitos del consumidor y no perder posicionamiento frente a sus competidores.
Un aspecto adicional a considerar es la presión constante de los accionistas y analistas financieros para mantener un crecimiento constante en las
ganancias. En ocasiones, las empresas pueden enfrentar dificultades económicas debido a la necesidad de cumplir con expectativas poco realistas de
crecimiento. En decir, la inversión en publicidad se convierte en una estrategia para generar ingresos a corto plazo y calmar las
preocupaciones de los inversores, incluso a expensas de la estabilidad a largo plazo. Sin embargo, el fenómeno de marcas que destinan grandes
presupuestos a publicidad y patrocinios durante dificultades económicas puede también estar relacionado con la necesidad de cambiar la percepción del
mercado sobre la empresa. Las estrategias de relanzamiento de marca a menudo requieren inversiones significativas en publicidad para superar cualquier
imagen negativa o asociación con problemas financieros. En este contexto, la publicidad se convierte en una herramienta para redefinir la narrativa de
la empresa y reconstruir la confianza de consumidores e inversores.
El impacto ético y moral en la reputación corporativa
En un análisis ético de esta práctica, es imperativo considerar aspectos morales que podrían influir en la percepción pública de la empresa. La falta
de transparencia respecto a las dificultades económicas puede generar desconfianza entre los consumidores. Es esencial que las empresas comuniquen de
manera clara y honesta la necesidad de invertir en publicidad a pesar de los despidos, evitando que los clientes se sientan engañados. Asimismo, la
priorización de la promoción en medio de despidos masivos podría percibirse como insensible y cuestionable éticamente. La empresa debe cuidar su imagen
y demostrar que se preocupa tanto por sus empleados como por sus beneficios económicos. La falta de solidaridad en tiempos económicos difíciles puede
alienar a los consumidores, quienes esperan un compromiso más profundo con el bienestar de los trabajadores.
Despedir trabajadores mientras se invierte en publicidad puede ser visto como un acto de doble moral. Por un lado, la empresa argumenta que
necesita despedir trabajadores para ahorrar dinero. Por otro, la empresa gasta dinero en publicidad, lo que puede ser visto como un lujo
innecesario.
En términos prácticos, estas marcas podrían enfrentar daños significativos a su reputación si no gestionan adecuadamente esta estrategia publicitaria.
El riesgo de boicots por parte de consumidores o la elección de productos de la competencia podría aumentar si la percepción pública
es que la empresa prioriza sus intereses financieros sobre sus responsabilidades sociales y éticas. Al sopesar estas consideraciones éticas y morales,
las empresas pueden minimizar el daño a su reputación al actuar con transparencia y ética. Comunicar de manera abierta las razones detrás de las
inversiones en publicidad y patrocinios, junto con un compromiso real hacia la mejora de las condiciones internas, puede ser crucial para preservar la
confianza del público y los empleados.
Como se puede apreciar, la aparente paradoja entre las dificultades económicas y los cuantiosos presupuestos destinados a publicidad y patrocinios por
parte de algunas marcas encuentra explicación en un análisis profundo de las complejidades del entorno empresarial. Estas inversiones, aunque pueden
ser cruciales para contrarrestar pérdidas y mantener la relevancia en un mercado dinámico, deben ir de la mano de una gestión integral y ética que
aborde las causas subyacentes de las dificultades económicas. Solo así se podrá lograr una verdadera estabilidad y sostenibilidad a largo plazo.